El tango del ego



Ni la guarida de cuervos
pudo ser tan desolado
que el tango de cinco minutos
que bailo el ego con mis tacos.

La llama 
se prende de tus ojos café
pone sabor a los labios
anunciando que te veré.

Se teje entre las sobras
el encuentro con las tentaciones
piden a gritos y ansias
quemarnos la piel.

Libre pecado
salta, brinca de alegría
Culpable aquella lluvia
que no nos enfría.

Bebiendo
sin alguna copa de tomar
unes el sitio vacío
de lo mío y tan tuyo.

Corazón de huesos muertos,
gritos de tu lado animal
destrozan la caballerosidad
que sedujo mis ganas. 

El mañana
enemigo del abrigo de mi almohada
abrazo
la carne de tu amor en un tango.

Los mismos ojos,
pero diferentes nombres
Espaldas de piedra
y momentos exquisitos.

Aquí quedo en la espera 
de un son de tu bestialidad
La mezcla fallida
de sangre que nos hizo bailar.

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